Últimamente me ha impresionado Daroca – una ciudad pequeña, cerca de Zaragoza. Fundada en tiempos de los romanos, luego cuyó en posesión de los árabes durante 400 años, en el siglo XII siendo reconquistada por el rey Alfonso I. A partir de entonces fue un centro militar donde tuvieron sus reuniones los reyes de España.
El núcleo de la ciudad, rodeado por murallas bien conservadas de los siglos XII – XIII, está formado por casas antiguas muy bonitas e iglesias medievales, como la Colegiata de Santa María, la Iglesia de San Miguel, la de San Juan y la de Santo Domingo. Dos puertas grandes de la ciudad junto con las murallas forman una fortaleza impresionante que hace pensar que Daroca es una joya y hay que defenderla. Sobre la ciudad se alza una montaña en la cual se encuentran las ruinas del castillo medieval. No están en un estado muy bueno, están derruidas, pero se siente la historia, el ambiente especial de este sitio. Hay también una leyenda de amor relacionada con el castillo donde vivió una princesa árabe enamorada de un caballero cristiano. No pudieron consumar su gran amor y murieron de pena. Por las murallas se puede hacer una ruta muy bonita desde la que se ve toda la ciudad, las casas de piedra, los tejados de color marrón y las montañas en la lejanía. Con los delicados rayos de la puesta de sol todo parece muy mágico. Paseando por las calles de piedra se descubre la belleza de la arquitectura medieval, el alma de época de las princesas y los reyes poderosos.
Salvo un periodo en verano cuando se celebra una Feria Medieval y luego un festival de música antigua, Daroca es una ciudad tranquila, calma, pero muy acogedora. Cuando paseaba, me sentía muy bien, disfrutando de la hospitalidad de sus habitantes, el calor de los colores y del sol y el agradable placer de estar allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario