domingo, 17 de abril de 2011

Aquellos mismos autobuses

(Por Gabriel Baicus)


Mi colegio estaba a 13 kilómetros de mi ciudad natal, en una ciudad más pequeña que se llama Patarlagele, y todos los días tenía que hacer intercambio con unos autobuses muy antiguos. El colegio tenía dos edificios, uno más antiguo y otro más nuevo y más grande (en el cual yo estudiaba). En los primeros años mi clase estaba en la segunda planta, desde donde podíamos ver un jardín bonito con árboles y flores que rodeaban los edificios. Después nos mudamos a una clase en la planta baja. Una actividad que nos estimulaba el pensamiento era el juego de ajedrez, que lo habíamos aprendido durante las clases de Francés, de Informática, etc.
Durante el colegio conocí a mi mejor amigo, un tío que ahora está casado y vive en el mismo lugar donde nació. Era un tío potente con buena fama, que conocía a más de la mitad de los chicos con influencia en el colegio. A nosotros nos gustaba sentarnos en el último pupitre de la ultima fila, porque así podíamos hacer cosas más importantes que la lección (jugar al ajedrez, hablar de chicas..). En el segundo año del colegio hicimos una excursión de un día a un complejo de esquí con unos de aquellos mismos autobuses antiguos. Cuando llegamos allí el paisaje era maravilloso, con mucha nieve, y nosotros con muchas ganas de hacer cosas divertidas.
Ese mismo día en el complejo había un concierto al aire libre que lo disfrutamos al máximo. El día pasó muy rápido y tuvimos que volver a casa con el mismo autobús, que no quería funcionar, y tuvimos que esperar toda la noche, al frío, para que viniera otro autobús con el que poder regresar a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario