miércoles, 27 de abril de 2011

Las últimas de la fila


(Por Anca Belu)

Mis años escolares fueron alegres y tristes, con recuerdos malos y buenos. Mi colegio estaba en Bucarest, la capital de Rumanía, no muy lejos de donde vivía yo. Recuerdo que, a veces, unos compañeros y yo, en los días de primavera, teníamos la costumbre de regresar andando juntos hasta nuestras casas (porque vivíamos en el mismo barrio). Así que, los chistes y las bromas que solíamos hacer en la clase, continuaban un rato más. En aquella época conocí a mi mejor amiga, que ahora vive en Noruega.


A las dos nos gustaba sentarnos en el primer pupitre de la primera fila, muy cerca del profesor, para entender mejor la lección. Un día tuvimos que cambiar de lugar porque el profesor había decidido acercar a unos compañeros muy despistados, que siempre hacían ruido y molestaban a la clase. Así que hicimos un cambio de lugares y acabamos en la parte trasera de la clase. Y allí descubrimos un nuevo mundo, donde podías hacer lo que te daba la gana porque el profesor nunca estaba atento a lo que pasaba en las últimas filas. Me acuerdo de que nuestra única preocupación era divertirnos, hacer chistes y no prestar atención a la clase o a lo que decía el profesor. Desafortunadamente, tuvimos que regresar a nuestros sitios, pero nunca olvidaremos esos días de libertinaje.

La lección que aprendí de aquellos años es que demasiado trabajo sin fiesta, no puede ser.

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