miércoles, 4 de mayo de 2011

El mundo al revés

(Por Lena Marienfeld)

En el instituto, yo tenía un profesor que ya era muy mayor y de pensamiento y mente antigua. Era muy recto y educado y hablaba como si perteneciera al pasado y nos hacía mucha gracia, así que le tomábamos el pelo.

Un día hicimos todo al revés. Nos sentamos dándole la espalda, pedíamos la palabra bajando la mano en lugar de levantándola, salíamos de clase caminando al revés para ir al servicio y decíamos siempre lo contrario. Nuestra explicación fue: “Hoy es el día del mundo al revés, ¿no lo sabía?”



Una vez una amiga de clase se escondió en un armario de la clase y estuvo golpeando por dentro durante toda la clase. Nuestro profesor no entendía nada, pensaba que había niños en el pasillo que golpeaban en la puerta y se escondían. Cuando mi amiga salió del armario y se sentó en su sitio, el profesor la miró sorprendido, le dijo “buenos días” y continuó la clase.

Nos lo pasábamos muy bien con él, pero luego, cuando éramos más mayores y él ya estaba jubilado, nos sentíamos mal por nuestro comportamiento.

3 comentarios:

  1. hola me gusto mucho tu blog te mando muchos saludos
    sigueme porfavor bye

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  2. Hablando de escuelas y de profesores, me gustaría añadir a continuación el relato que escribió ayer mi hija de 14 años:

    EL BRUJO ADOLESCENTE

    Se cuenta de un profesor de Ciencias Naturales de Zaragoza que era un abusador de sus alumnos a la hora de enseñar, pues se creía que era mejor que los demás.
    Un día llegó un alumno nuevo a clase a quien, nada más entrar por la puerta, solo con verle la cara, el profesor le cogió manía. Parecía un niño diferente a los demás, más mayor. ¡Hasta el propio profesor le preguntó si había repetido algún curso…!
    David, sí que era efectivamente diferente a los otros: tenía poderes, y podía hacer con ellos lo que quisiera.
    Todos los alumnos pensaban que el profesor no sabía enseñar, porque si alguien le corregía algo de lo que explicaba, este se ponía de muy mal humor.
    Al ver que los demás alumnos nunca se quejaban del profesor ni le decían nada, David se dijo a sí mismo que debía hacer algo…
    Al día siguiente, les tocaba a última hora Ciencias Naturales, así que David aprovechó a hacer lo que tenía planeado, cuando todos se fueron: empezó a hablar con el profesor, a preguntarle dudas sobre la materia, pero… de repente, poniéndose muy serio, el muchacho le preguntó que por qué trataba a los alumnos así, advirtiéndole que si no dejaba de hacerlo, tomaría medidas.
    Al oír dichas palabras, el profesor lo reconoció y exclamó: -¡Pero si eres el famoso brujo adolescente!- A lo que David contestó con mucho descaro: -Sí, soy yo-.
    -¿Qué me vas a hacer?- preguntó, asustado, el profesor.
    -Como ya te he dicho, si cambias y dejas de tratar a los alumnos como los tratas, entonces, no haré nada- respondió David.
    -¡No voy a cambiar!- gritó el profesor, enfadado. Y de repente… ¡Pum! Cayó al suelo desplomado, aunque, al cabo de un rato, se levantó exclamando, muy sorprendido: -¡No me has matado!
    -No- respondió David. Te he hecho algo que resultará mucho peor para ti: ¡robarte tu sabiduría!
    Y el niño, saliendo de clase, se alejó, feliz, dando saltos por el pasillo.

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  3. Claudia:

    Cuando supimos que las historias de este blog se leían en Baja California y que nos dedicabas desde allí un comentario tan amable, la emoción fue tan transoceánica como el abrazo que ahora te enviamos.

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