viernes, 3 de febrero de 2012

El espíritu de la casa 2



Actividad extraída de Aula 4. Curso de español, Editorial Difusión, Barcelona 2005.

Días después, fui una hemeroteca y descubrí, en un periódico del año 1924, que el tal Velázquez era un conocido psiquiatra. El artículo decía también que había descubierto un medicamento para la ansiedad, ahora en desuso, llamado "terivantex". Emocionada, seguí leyendo. "¿No habrá una foto de Velázquez?", pensé. Al final del artículo lo encontré. Era una foto antigua y no se veía muy bien, pero allí estaba él: el hombre calvo que yo había dibujado. …


… Me entró un escalofrío impresionante y las personas que estaban conmigo en la hemeroteca me miraron preocupadas. Sólo quería una cosa: salir de allí y olvidar la foto de Velázquez.

Unos días después, en cuales noches no había dormida casí, ví por casualidad un anuncio en la tele. El anuncio pregonó un nuevo medicamento para la ansiedad que se llamó "serivantex" – casi igual como el medicamento de Velázquez. Eso era tan raro que tenía que seguir buscando una explicación. Volví a revolver los viejos cajones y al final encontré una carpeta con los datos de los pacientes que había tenido el psiquiatra Velázquez. Con los nombres inverstigé en el internet y encontré una pista. Uno de los pacientes era un delincuente peligroso que en vez de pasar su condena en la cárcel, la pasó en la guardía del psiquiatra. Era uno de los primeros que no fue encarcelado por tener una enfermedad psíquica y tratado bajo control de un médico. Por lo visto, el tratamiento tuvo éxito porque en la carpeta venía la fecha de su puesta en libertad. Como no había más datos sobre el paciente en el internet seguí buscando en mi casa.

En otra caja encontré una hoja pequeña con un pedido del medicamento de Velázquez, firmado por el exdelincuente y con una fecha posterior a su liberación. Encima de la hoja, en las mismas letras en las que había escrito las palabras en aquella noche, había una nota diciendo que el perdido no fui autorizado. Confusa y cansada fui a dormir porque no encontré la relación entre lo que había descubierto. Tuve otro sueño con Velázquez que al final me contó que se había succecido aquella noche de su muerte. Su expaciente había venido furioso porque no le dejaba tomar más el medicamento (el psiquiatra había descubierto que el medicamento tenía efectos secundarios, entre otros un aumento de furia), cogió lo primero que estaba en su alcance – las tijeras -, mató al médico y le robó la fórmula de "terivantex".

El día siguiente llamé a la policía y ellos detuvieron al asesino de Velázquez que había esperado 40 años para sacar al mercado el medicamento "serivantex" – hecho con la fórmula robada del psiquiatra. El espíritu de Velázquez se me había aparecido para evitar la venta del medicamento.

Nunca volví a ponerse en contacto conmigo jamás.

(Por Valerie Röhrig, 2º de Intermedio)

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