sábado, 26 de marzo de 2016

Coral

Al titular esta entrada, lo primero que me viene a la cabeza es aquella telenovela (ignoro si mexicana o venezolana) que se emitió en televisión a principios de los años 90 y que –en palabras de mi maestro Peter Yang- era “un inestimable medio de estudio y aprendizaje de todas las actitudes, reacciones y personalidades del ser humano”.

Entroncando con esto, me viene a la cabeza una película también de la época en la que un maestro de artes marciales entrenaba a un descerebrado y en una de las escenas de la película se ve al maestro atento y sin pestañear a una telenovela de gran dramatismo emitida por televisión mientras ¡¡¡levita sentado en la postura del loto!!!.

Pues todo esto me viene a la cabeza al escribir el título: CORAL. Pero ninguna de estas dos opciones es la que me provoca. Tampoco la de los bancos de corales que andan últimamente bastante demacrados a causa del cambio climático.

Igualmente no me atrae nada la palabra aplicada a los grupos de canto, por ejemplo, el de esta Escuela. Y no es que no me guste el canto y que no me guste cantar y oír cantar –de ello pueden dar fe gran parte de los habitantes de la EOI que nos han oído cantar al Extranjero y a mí durante un montón de años y que si no cantamos ahora, es más por abrasión de las cuerdas vocales que por falta de espíritu.

En fin, al grano. Cuando hablo de CORAL me refiero a el trabajo en grupo, a la disposición de ánimo para convivir, para participar en proyectos que nos exceden, para poner nuestro granito de arena, de pimienta, de alcanfor, o de alegría en trabajos y proyectos que no entendemos, que no somos capaces de valorar, que alguien mediatiza más por ilusión y entrega que por profundas búsquedas de bellezas o de oropeles.

CORAL es la entrega de los que han dirigido la Exposición de este Departamento para conmemorar el centenario de Cervantes –el de Shakespeare se lo han dejado a otros, más por no abusar que por falta de interés- y que ahora brilla en el Paredón del Gato –espacio que sobrevive gracias a los esfuerzos de Javier Brox, otro artífice de lo Coral y de lo ilusionante-.

Se puede ver esas dos frases que encabezan el inicio de El Quijote y lo concluyen. Cada una caligrafiada en palabras sin sentido por los alumnos de español, cada uno con sus colores, con sus habilidades, con su artesanía y con su capacidad para cooperar. No se buscaba la brillantez de caligrafías en unciales o arabescos, sino la participación, la colaboración, el pasatiempo, la fascinación del recuerdo y su actualización en manos de personas de nacionalidades distintas y de culturas diferentes.

Aparece también, enfocándola, rodeando la Exposición el mural de Reyes Casasnovas y sus alumnos: una cabeza quijotesca rodeada por caligrafías de frases de El Quijote traducidas y escritas en distintos idiomas, como un mar, como una playa, como una ola que se acerca y se aleja, dejando a los pies del héroe palabras que nunca se podrán separar de su carácter, de su personalidad. Y en esa coralina obra también abunda lo artesano, lo colaborativo, la impresión. Es un lujo que el papel kraft, el más reciclado y despreciable de los papeles –el actual papel de estraza en que antiguamente se envolvían los pescados y los chorizos (hablo de chorizos y a duras penas puedo contener mis dedos para no saltar de tema y entrar en otros de cadencia política y latrocinio), ese, el papel kraft con el que envolvemos en la Escuela los paquetes, los exámenes, los envíos… contenga tanta alma y tanto arte: se consigue así que lo más despreciable sea la vía de acceso a las puertas de la gloria y del Parnaso.

En fin, que estoy convencido de que esta Exposición es merecedora de un premio, del premio de la Crítica, del premio de los Derechos Humanos, del premio de la Solidaridad, del premio del Astigmatismo (los que vemos bien de lejos) y de cuantos premios el lector encuentre relación.

La labor de los tres esforzados gestores: Ricardo, Reyes y Mapi y el apoyo incondicional de Javier ha tenido un resultado espectacular, al menos desde mi lecho y desde mi hogar. Ha conseguido restablecer en mí las ganas de volver a la Escuela y al Departamento.

No sé si quienes la vean y la visiten captarán todo esto y opinarán lo mismo que yo. Creo que ni siquiera me interesa esta cuestión en demasía. Pero estoy convencido de que los que la miren verán y los que la eviten –bien de mirada, de gesto o de voluntad- se perderán la posibilidad de entender que la enseñanza, por muy personalizada que el mundo actual nos quiera hacer creer y adoptar- no es más que un acto CORAL, brillante y pulido, con sabor a otros mares y a otras tierras; un acto que se engrandece al pasar por otros ojos, por otras manos y sobre todo, por los grandes corazones de quienes ponen lo mejor de sí mismos en el intento.

¡Enhorabuena de corazón a tod@s!

1 comentario:

  1. Bueno, bueno, y para que no te muevas más de allí (vale por la Escuela), te diré que faltan los dibujos y textos de los niños ("et l'un de vous tous pour l'ingénuité"), que llegarán después de las vacaciones. Lo más cercano a Quijote es Pijote, pero también hay Ci jote, Jitoque y otros nombres de temibles jayanes...
    Buena vuelta y...ya son ganas!

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