domingo, 24 de mayo de 2009

¡Hasta la vista, Don Mario!

Mario Benedetti ha muerto.

Sólo con teclear en Google "Mario Benedetti" os aparecerán cientos de páginas dedicadas a él, a sus poemas, a su humanidad, a su compromiso, a su humilde bondad. Toda la información necesaria la encontraréis ahí, pero me gustaría contaros brevemente mi encuentro con él.

En 1975 comencé mis estudios universitarios y un par de meses después moría Franco. A partir de ahí fueron llegando a España, y también a mí, personajes de todo tipo que traían informaciones nuevas y apetecibles. Creo que fue en 1978 ó 1979 cuando apareció por España en gira musical la cantante argentina NACHA GUEVARA, acompañada al piano por el entonces su marido Alberto Favero.
Milagrosamente -y lo digo especialmente porque tener dinero para esto era casi un regalo divino- pude asistir a la actuación acompañado de mis amigos de la universidad. Recuerdo que la voz de Nacha vibraba por la sala en toda su potencia, madurez y personalidad y también recuerdo su tono agudo como la parte más inconveniente de su arte.
Recuerdo que entonó una canción maravillosa que decía:

"Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice y todo,
y en la calle, codo a codo,
somos mucho más que dos"...

http://www.youtube.com/watch?v=gkVt8lb0H4Y

e iba desgranando toda una serie de características maravillosas que significaban unión, comunión, comprensión, compasión.

Al terminar, mencionó a su autor: MARIO BENEDETTI. Nosotros, pobres estudiantes de Filología, creídos en nuestra propia ignorancia, añadimos un vacío más a los muchos que poblaban nuestro conocimiento. Desconocíamos quién era Mario Benedetti.
Y así seguimos, sin conocerlo, hasta que apareció un día en las librerías un libro titulado "INVENTARIO" y creo que editado por AlfaOmega en México. Lo compré y a partir de ahí empecé a conocer a Mario Benedetti.

El disfrute fue total, la comunicación fácil. Desde entonces formó parte de los libros que fui arrastrando en mis abundantes cambios de piso. Pero un día apareció un inglés en la Escuela y me pidieron que lo alojara en casa. A partir de ahí hice mi primera visita a Inglaterra y no se me ocurrió nada mejor que obsequiarle con algo valioso y de calidad. Le regalé una botella de Rioja "Glorioso" del 70, el libro de Benedetti y un disco de Soledad Bravo.

Nunca más lo he vuelto a ver, tampoco sé si lo leyó, o si lo escuchó, aunque estoy seguro de que lo bebió. Pero me pareció una bonita forma de esparcir por el mundo la bondad, la humanidad, la escritura cercana y comprometida de Benedetti.

Ha muerto Benedetti, Don Mario, y me alegro de haber podido participar de un modo tan tonto en la difusión de todo cuanto él creía. Me alegro de haber contribuido tontamente a que su humanidad fuera tomando talla de universalidad. No hice nada importante, pero me sonrío al recordarlo.

Más tarde en el tiempo, Joan Manuel Serrat editó un disco titulado -si no recuerdo mal- "El Sur también existe", donde ponía música a las letras de Mario Benedetti. No fue su mejor disco, tampoco fue especialmente ensalzado, pero también sirvió para tomar partido, para saber adónde pertenecemos.

http://www.youtube.com/watch?v=TaKrfKjloUA


Y si algo más tengo que añadir es sólo que -es un secreto, no lo digáis muy alto- me alegro de que "El Extranjero" sea también un activo admirador de Don Mario. Lo descubrí hace años a vista de pájaro por su mesa cubierta de papeles y fotocopias. Allí estaba un cassette y lo vi, vi a Serrat y a Don Mario, y le oí tararear y me di cuenta de que Don Mario estaba en la base de este Departamento, donde nos refugiamos los del Sur del viento del Norte; donde los del Sur tarareamos y festejamos lejos de los ojos de los del Norte; donde la risa es espontánea y la memoria corta -o larga, según se mire-, lejos de ese Norte que nos enfría el alma, que nos uniforma, que nos coarta, que nos coacciona. Como decía el gato Bro(n)x y repetía El Extranjero, debe ser ese otro hemisferio del cerebro, el hemisferio Sur el que nos hace disfrutar de la vida y nos permite decir: ¡Hasta la vista, Don Mario!

3 comentarios:

  1. Ese inglés que sin duda se bebió el vino creo q. se llamaba Andrew. Tan seguro estoy de que se bebió el vino como de que no leyó el libro. Los ingleses errantes dejan huellas indelebles: Brenan, N. Lewis, Ph. West, Iam Morris...

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  2. Jo, Melmoth! ¡Qué buena memoria tienes!
    Ciertamente era Andrew y estoy tan seguro como tú de que dejó huella indeleble de su paso. De lo demás, como he dicho, sólo estoy seguro de lo del vino.
    ¡Qué tiempos aquellos en que todavía confiábamos en los lectores ingleses!

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  3. Has estado vibrante, Arco.
    El Gato del Actur creo que hablaba del hemisferio izquierdo, pero le di la vuelta y lo orienté hacia el Sur. Pero da igual dónde esté la trinchera cuando la canción es la misma. La que me oíste tararear sería ésta:

    ...defender la alegría como una bandera,
    defenderla del rayo y la melancolía,
    de los ingenuos y de los canallas,
    de la retórica y los paros cardiacos,
    de las endemias y las academias...

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