sábado, 27 de noviembre de 2010

Thessaloniki, Grecia

(Por

Elefthería Samará)

¡Hola alumnas y alumnos del 1º Intermedio! Al leer vuestras colaboraciones en el blog y como comparto con vosotros una sesión semanal de vuestras clases con Ricardo me ha resultado inevitable no hablar de mi ciudad natal. A ver si os gusta. Así animamos al Departamento de Español de la Escuela a comprar lotería de Navidad para poder empezar a viajar por todos estos lugares que se van descubriendo en este blog.


Thessaloniki –Salónica (Tesalónica)-, Grecia

La ciudad donde nací y viví unos veintisiete años se llama Salónica o Thessaloniki (Θεσσαλονίκη en griego). Es una ciudad bastante grande, tiene alrededor de un millón doscientos mil habitantes. Es la segunda ciudad más grande de Grecia, después de Atenas, y está en el norte del país, a unas cuatro horas de Bulgaria y a unas seis horas de Turquía en coche. Creo que el principal encanto de mi ciudad natal es el mar y su paseo marítimo -está bañada por el mar “Cermaikós”- y también las vistas desde el paseo marítimo hacia la “ciudad alta” y desde la “ciudad alta” hacia el resto de la ciudad. Las vistas nocturnas o las de atardecer favorecen especialmente su imagen. La “ciudad alta”, declarada como zona urbanística “protegida”, es la parte que se encuentra en la colina que se va alzando desde el mar y donde había sido construida la ciudad antigua, encerrada dentro de murallas.

Monumentos destacados de la ciudad son el Arco de Galerio (“Kamara” en griego), que hoy se contempla en la acera de una muy transitada Avenida que se llama “Egnatía” (parte de la Vía Egnatía del Imperio Romano) y, muy cerca de allí, la Rotonda, construida para ser la tumba del Cesar Galerio, pero utilizada como lugar de culto por cristianos y musulmanes. La “Torre Blanca”, construida antiguamente dentro del mar, era donde terminaban las murallas bizantinas. Hoy es un símbolo de la ciudad y sus representaciones adornan una gran variedad de “suvenires” turísticos.

Thessaloniki es un importante puerto y centro político y cultural del norte de Grecia, de la región de Macedonia y de los Balcanes. Tiene dos Universidades públicas, varios teatros y multicines y muchos espacios de exposiciones y creaciones artísticas. En muchas canciones del siglo pasado fue cantada como “la bella Thessaloniki” cuyas “noches mágicas” uno llega a añorar cuando se encuentra lejos de ella y aunque aquella bella Salónica fue invadida por un sobrio plan urbanístico de los años 60 del siglo pasado, para mí y para la mayoría de los tesaloniquenses sigue siendo una ciudad encantadora y mágica, en la que vale la pena perderse tanto durante el día como durante la noche.

El primer consejo que os daría es caminar por las calles del centro de la ciudad para apreciar los olores, las voces y la mirada de la gente. Los mejores días para ello son los días de sol o también de la ligera neblina que puede inundar la atmosfera de la ciudad cerca del mar. Desde la Torre Blanca subir por la calle peatonal de “Navarinu” y luego girad a la izquierda en busca de la iglesia de “Santa Sofía” y desde allí id bajando (en una ciudad con mar bajar y subir es acercarse al mar y alejarse de él respectivamente) hacia la plaza de Aristotelus, inconfundible por el olor al “chureki” (una especie de roscón) que desprende la conocida pastelería “Terkenlís”, esquina Aristotelus y Tsimiskí. Tsimiskí es la calle de compras y de tiendas y joyerías conocidas (entre ellas veréis muchas tiendas de empresas textiles españolas, como Zara, Máximo Dutti, Berska, etc.). Cerca de la pastelería Terkenlís, en la plaza Aristotelus, está el cine Olímpion, que junto con el cine Aristotélion son los principales cines en los que se proyectan las películas del “Festival Internacional de Cine de Salónica”. El Festival (http://www.filmfestival.gr/) se celebra cada año y si coincide vuestra visita a la ciudad con su celebración os aconsejo que os acerquéis a esas zonas. Os puede resultar curioso ver caminando por allí actores y críticos de cine griegos, amantes del cine y sobre todo fanáticos de los estrenos de películas.

En un mapa turístico de la ciudad están marcadas las iglesias bizantinas, monumentos característicos de Salónica. Visitar algunas de ellas es interesante, aunque no compartáis las mismas creencias religiosas. Fijaos en la dulce tristeza de las “hagiografías” –las pinturas-bizantinas, el color rojizo y el olor a las velas. Subid a la “ciudad alta”, caminad por sus calles empinadas y observad la arquitectura típica de las casas de Macedonia. Recordad que si estáis por allí a media tarde vale la pena acercaros hasta los restos de las murallas y el castillo de su “Acrópolis” para ver desde lo alto la ciudad.

Otra vez por el centro, cerca de las calles “Veniselu” e “Íonos Dragumi” encontraréis algunas tiendas de artesanía, un mercado al aire libre y sobre todo muchas “tabernas” típicas griegas y si tenéis suerte cenaréis acompañados por música griega tocada en vivo. Para tomar un café o una copa podéis ir a una de las terrazas cerca del paseo marítimo. La calle se llama “Leoforos Nikis” y me acuerdo de que en el número 35 hay un café con música muy agradable o si os gusta la música rock ir al Bar “Cermaikós”, un bar clásico de la zona. No os sorprenda lo que puede costar un café o las copas de vino y las cervezas. Son bastante más caros que en España.

La verdad es que hay muchas zonas de bares y tabernas en la ciudad y, además, cada vez que vuelvo ya han abierto otros nuevos. Claro, esto todavía pasa ahora pero es muy probable que cambie cuando empiecen a ser más notables las repercusiones de la crisis económica actual por la que pasan el Estado y los asalariados ciudadanos griegos.

Y, para terminar, visitar el Mercado Central de carne y pescado (el “Mudiano”), en el centro de la ciudad, os puede llevar a conclusiones erróneas en cuanto a la higiene de los alimentos en Grecia. Si estáis en Tesalónica el 31 de diciembre a mediodía os aconsejo perderos por allí y tomar unos vasitos de más de vino, “retsina” o “ouzo” en los puestos/tabernas del mercado. Así disfrutaréis mejor de la fiesta de fin de año que se monta en esta zona hasta las últimas horas de la tarde, acompañados por ritmos musicales orientales y balcánicos de tambores y otros instrumentos típicos.

Entre otras muchas cosas y personas, me traería a mi padre y … la música, los bares y las tabernas, las actuaciones musicales, las representaciones teatrales de verano en teatros al aire libre y los cines de verano al aire libre, mi idioma, las iglesias, las librerías y las disquerías, la artesanía, los cuadros de pintura, el mar y las playas, el aire,… las conversaciones y discusiones típicas de los griegos que pueden llegar a alterarse hasta niveles extremos aunque al final nunca pasa nada,… la vida veraniega en las terrazas de los pisos y las persianas de los pisos que están abiertas por la noche y dejan descubierta hacia la calle la iluminación de las casas, … el olor y sabor al mar, los quioscos de periódicos, las panaderías y pastelerías, las comidas hechas en el horno, el pulpo a la plancha, los calamares rellenos…

Me llevaría a los tres hombres de mi familia española, porque sin ellos nunca me iría de Zaragoza. Me llevaría el estilo mudéjar, los azulejos del lado izquierdo de la Catedral de La Seo, la torre de la iglesia de la Magdalena, las cúpulas de la basílica de Pilar, la Aljafería y el parque que está a su lado, los bares de tapas del casco antiguo, el vino, la sepia y las gambas a la plancha, las callecitas y las plazas detrás de la Seo, la calle Alfonso y calles como La Gran Vía y Fernando el Católico –pero sin las obras del tranvía- y también el parque grande, entre otras cosas. Me llevaría también la forma de organizar las fiestas del Pilar, las actuaciones infantiles y callejeras de las fiestas, el desfile del dragón de San Jorge y nunca me iría sin llevarme a la Comparsa de los Gigantes y los Cabezudos y la alegría de los niños cuando huyen del látigo del “Tuerto” o se acercan para estrechar la mano de la “Pilara”.

Mi ciudad ideal sería la fusión de Salónica con Zaragoza, pero también sería una ciudad que ofreciera unas posibilidades laborales dignas a los que desean trabajar, una ciudad limpia y luminosa, con una administración flexible y razonable, una vida cómoda y una estructura de vida que transmitiera energía positiva, con gente generosa y sonriente, con personas abiertas hacia los demás que intentan mejorarse y superarse continuamente y que aprenden de sus errores.

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