La primera vez que fui a la clase de ballet era un viernes. Me acuerdo muy bien porque mi padre antes nunca trabajaba los viernes, por eso podía llevarme a la clase.
Al principio, cuando entré a la sala, estaba muy nerviosa. La profesora estaba de pie, esperándome, me saludó y me presentó a los compañeros. Después empezó a tocar al piano y nosotros fuimos al centro de la sala.
Cuando estaba entre mis compañeros tenía mucho miedo a bailar porque ellos practicaban desde hace mucho tiempo. Yo era nueva alumna y no conocía los pasos ni nada.
Al pensar que todo el mundo me miraba y se reía me puse más nerviosa. Al principio, por eso, estaba muy timída y me sentía un poco perdida.
Pero al final poco a poco perdí los nervios y empecé a disfrutar el ballet y encontré a buenos amigos. Durante muchos años, cada semana iba a las clases y mis compañeros eran mi segunda familia.
¡Qué tiempo tan feliz!
(Por Ildikó László)
No hay comentarios:
Publicar un comentario