domingo, 13 de diciembre de 2009

Ya tenemos nueva Gramática Académica

Ha sido un duro, arduo y largo trabajo el que Ignacio Bosque ha dirigido con mano suave y a la vez firme.

Me acuerdo de él perfectamente. Recuerdo cuando en las aulas del Edificio B de Filología en Madrid, allá en la planta baja, mirando a los aparcamientos y jardines, él, que estaba recién llegado de Estados Unidos (y que apenas nos llevaba cinco años), nos intentaba hacer reflexionar sobre la lengua que nos pertenece y que usábamos y usamos. Recuerdo nuestra incomprensión, pues hasta la fecha siempre nos habían hablado para recordar lo que el profesor había dicho, y en aquel momento él nos instigaba a clavar nuestros dientes sobre frases mecanografiadas y multicopiadas en la esperanza de descubrir en nosotros alguna mirada lo suficientemente inteligente como para compensar todo el esfuerzo que él ponía –a nivel de voz (siempre limitada) y a nivel humano-.

Recuerdo también que en el mismo aula nos juntábamos alumnos de quinto (los otros) y de cuarto (nosotros): los de quinto hablaban poco, pero los de cuarto únicamente fumábamos –increíble pero estaba perfectamente permitido en las clases- y fumábamos como chimeneas. El ambiente era tan espeso que a veces difícilmente se veía al profesor y sonaba la voz por entre las nubes de humo de tabaco. Él nos pidió que no fumáramos porque tenía el pecho y la garganta destrozados y el humo le afectaba en gran manera. Y nosotros nos vengamos fumando en el pasillo antes de entrar en clase. Bien, pues eran otros tiempos. Sólo me dio clase un curso y después desapareció de mi curriculum vital.

Le he oído muchas veces desde entonces. Le oí cuando entró en la Academia. Le oí cuando empezó el proyecto. Le oí cuando publicó la Gramática Descriptiva con Violeta Demonte. Le he oído en cuantas entrevistas le han hecho y siempre me ha quedado el sentimiento de pensar qué habría sido de mi vida, si en vez de fumar como un carretero, hubiera reflexionado mínimamente sobre lo que él me proponía. Seguramente nada habría cambiado en mi vida, pero intuyo que ahora sería un profesor de español bastante menos lego.

Bueno, pues se ha presentado la Gramática Académica del Español y ha sido un gran trabajo. Todo el mundo lo ha alabado y los más importantes lo han bendecido, especialmente porque une con un nexo común impreso en pasta de celulosa –los dos volúmenes de la gramática- a todos los hispano-hablantes y los une con un hilo diferente: es el hilo de la lengua materna, de la lengua común, de la lengua en que expresamos los sentimientos, las emociones y nuestro pensar. Nos ha unido como nunca antes lo estuvimos y ha hecho que reflexionemos y sintamos que esta lengua que hablamos, utilizamos y algunos enseñamos es parte de nosotros mismos, de nuestro patrimonio, del patrimonio de nuestros hijos, de nuestra herencia y de nuestro tesoro personal.

Ya perdonaréis mi escepticismo si digo que “habrá pocas personas que se lean los dos volúmenes de que consta”. Siempre habrá alguien. Y además, esto no es lo importante. Lo importante es que ha sellado ese vínculo y nos ha hecho más sensibles a nuestra lengua.

Creo que han hecho un muy gran trabajo y creo que sobre todo han roto ese aspecto normativo que tiene todo lo que viene de arriba. Han prescindido de lo normativo para centrarse en la amplitud, en la expresividad, en la composición y en la variedad de nuestra lengua.

Gracias, Profesor Bosque.

5 comentarios:

  1. ¡Qué afortunado eres, An Arco, por haber conocido al profesor Bosque! A mi un amigo me recomendó que consultara su obra "Las Categorías Gramaticales" y tengo que decir que quedé más que satisfecha.
    Cuando escuché en la radio la noticia de que teníamos nueva gramática ya me empezó a picar la curiosidad. Leerla, no se si me la leeré, pero, desde luego, ya se la he pedido a los Reyes Magos (que yo para esto soy muy tradicional).

    ResponderEliminar
  2. Hola, Á-gata!!

    Tenía un compañero de Universidad que decía esta frase: "Cuando un teniente coronel te parezca joven, es que te está haciendo mayor".
    Algo así me ha pasado a mí. Me estoy haciendo mayor y por eso mis entradas al blog son casi siempre de batallitas como las del abuelo Cebolleta. En mi Curriculum Vitae llegué a conocer a Dámaso Alonso, a Rafael Lapesa (recién jubilado), a Manuel Alvar, a Simón Díaz, a García Calvo, y a otros muchos. De sus enseñanza me quedan ya pocos recuerdos en esta neurona única, nostágica y catapléjica que tengo sobrelos hombros. Pero me quedan muchas anécdotas y sobre todo muchos sentimientos y sensaciones que estaban cobijados detrás de tantas palabras. Y a veces me vence el deseo de contarlas, como en este caso.
    No sé si fue una gran suerte para mí, pero estoy seguro de algo: para él no creo que fuera una gran suerte tenerme a mí de alumno:))
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar
  3. A mí lo que más me ha gustado de tu texto es la descripción ambiental de antro lleno de humo que reinaba alrededor del rey de la gramática, el sufrido Bosque. Sólo faltaban las cartas de póker, la luz de la lámpara apuntando a la mesa redonda y los vasos de whisky a la derecha de cada jugador/estudiante.

    ¡Me ha entrado una tos perruna terrible!. Me voy a hacer unos vahos de menta, a ver si se me pasa. Ciao.

    P.S.: Estoy segura, AA, de que entre tanto tío inteligente, algo se te contagió. "Dime de qué fuente bebiste y te diré de qué color meas" (me lo acabo de inventar; claro que tengo la excusa de que a mí a estas horas ya no me queda ni una sola neurona, nisiquiera una como a ti, que por cierto vale por un ciento).

    ResponderEliminar
  4. Bendita Hadah!

    Sigo sin estar seguro de que dejara algún poso aprovechable en esta materia gris que nunca he utilizado en demasía. Lo del humo es tan cierto como te lo cuento. Recuerdo que había un profesorcillo de Literatura que nos hablaba de la "generación maldita" a la que él se empeñaba en llamar "generation merdú", mientras fumaba cigarrillos ingleses de excesivo aroma para nosotros, acostumbrados a los Bisontes y a los Ducados y Habanos.
    Ya digo, no recuerdo haber sacado grandes enseñanzas, pero guardo buenos sentimientos -que atribuyo a la debilidad de mi memoria más que al exceso emocional-.

    Nunca pude leerme hasta el final la Gramática Funcional, de Alarcos (al que por cierto conocí); nunca pude soportar los estudios de Coseriu (al que también conocí y que hablaba español como un verdadero nativo); nunca pude con la Gramática, ni con la Semántica; y la Historia de la Lengua se me hacía infumable -aunque ahora me guste- y no te quiero contar de la Historia -cainita- de España.
    En fin, el que ha sido mal estudiante lo sigue siendo hasta el final; el que es fumador, en cambio, siempre puede dejarlo (como yo).
    Saludos extoxicómanos y exdependientes

    ResponderEliminar
  5. Afortunado tú. Para mí el tabaco es un novio al cual he dejado en varias ocasiones y que -no sé cómo se lo monta-siempre vuelve a mí.

    Por otra parte, siento contradecir tus teorías, pero mis mejores recuerdos del instituto en cuanto a profesores van para el de Literatura y la de Lengua en 3º de BUP y COU. Es la espinita que tengo clavada: no haber hecho en la universidad alguna filología. Sin duda por eso me dió después por estudiar idiomas.

    Algún día, tal vez, cuando mis hijos sean dos seres independientes, se me vea por el campus como estudiante de filología, quién sabe. Mientras tanto, soy feliz leyendo y escribiendo...

    ResponderEliminar