... aún no habías conseguido encontrarme el punto G.
Lo intentaste por activa (ayyy!) y por pasiva (ufff!) pero no había modo. Hasta me convenciste para poner en práctica una adaptación de "la estocada de Nevers", aquella que el duque de Nevers enseñó a Lagardere en la oscuridad del castillo donde estaban emboscados. Aquel remedo de estocada que a Nevers le salvaba en los duelos y combates y que a Lagardere le dio fama universal, a mí me destruyó finalmente el punto G. Desde aquel nefasto 14 de abril, además de recluirme en un monasterio de la Trapa, ando haciendo averiguaciones en los libros de anatomía para ver si encuentro un punto H que sea algo más accesible.
"Si tu ne viens pas à Lagardère, Lagardère ira à toi!"
ResponderEliminar... y quizás le chevalier Lagardère te ayude a encontrar el punto G, H ...
Cara Chimène:
ResponderEliminarPercibo un cierto toque irónico en tu verbo gabacho. No quiero ni pensar que te burles de la defunción de mi punto G ni de mis inútiles esfuerzos por facilitar la labor descubridora.
En fin, esto me pasa por tener un parteneire espadachín
Besos