viernes, 29 de abril de 2011

Caro violín


(Por Felix Hagemeister)

Mi colegio “Heinrich Suso Gymnasium Konstanz” era humanístico, pequeño y, fundamentalmente para mí, de música. Tenía diez años cuando empecé a estudiar la lengua latina y cuatros años después siguió el Griego antiguo. Mientras estudiaba Platón, Cicerón y Aristóteles tocaba mi flauta en la orquesta y cantaba en diferentes coros. Viajábamos y disfrutábamos mucho los conciertos, los intercambios y la música.

Por supuesto, nuestro director, que también dirigía las orquestas y los coros, fue muy importante para mi educación: Por una parte, nos enseñaba la teoría musical, por la otra aprendíamos a través de él y, viajando a otros países, de la música práctica y personalmente.

Alguna vez fuimos a Londres y visitamos también el “London Eye”. A mi amigo Max que tenía siempre su instrumento, un violín muy caro, consigo, no le dejaron subir porque pensaban que tenía una bomba en su caja de su instrumento.

Mi lección de aquellos años es que hay dos cosas intrínsecamente buenas para mí: La música con amigos y el deporte con amigos. Además de esto aprendí un montón, una variedad notable de ciencias humanísticas y científicas en mis cursos y disfruté las clases y actividades extracurriculares con mis compañeros. Un recuerdo especial que guardo es que nunca entendemos este mundo, pero basta orientarse e intentar saber más para ser responsable de lo que hacemos.

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