Al empezar este curso en la escuela ni tenía ni idea de lo bien que me lo iba a pasar ni de cuanto tendría que esforzarme.
El programa de estudios es totalmente distinto de lo que me esperaba. En lugar de clases sosas, llenas de ejercicios gramaticales conversamos mucho sobre diferentes temas, inventamos historias, bromeamos, escuchamos textos y canciones, escribimos redacciones y hacemos ejercicios. Trabajamos tanto en equipo como de forma individual. Y casi todas estas actividades entran en un par de horas de la clase. Así que no tenemos tiempo ni para aburrirnos ni para cansarnos.
Los vastos conocimientos, la experiencia y el humor del profesor, la distinta lógica y cultura de los alumnos de diferentes países y varias edades hacen las clases muy interesantes y divertidas.
Pero además de pasarlo bien, tenemos que hacer muchos deberes. Sobre todo, lo más difícil para mí son las redacciones como esta, Me ocupan mucho tiempo. Para hacerlas, tengo que obligar a mi fantasía a inventar cosas, que totalmente está durmiendo, pensar mucho, buscar las palabras necesarias, construir las frases y además controlar mi gramática. ¡Qué castigo!
Todos estos ejercicios yo los veo bastante completos para aprender el idioma aunque siempre falta algo. En mi opinión sería mejor si dedicáremos unas horas a nuestro acento y corrigiéremos nuestros sonidos. También no estaría mal si tuviéramos la lectura de algún libro, aunque fuera un pequeño e hiciéramos comentarios y redacciones sobre él y unas indicaciones sobre que leer, adoptadas a nuestro nivel.
Así pues, en general, este curso me parece bastante educativo para encontrar todo lo que buscamos y creo que lo recomendaría a mis paisanas.
(Por Tania Kalandarova, 1º de Intermedio)
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