martes, 25 de septiembre de 2012

Olena

Aunque no siempre sea el esperado, los finales de las comedias románticas son una burda metáfora del amor verdadero.En estas películas, ni se ama ni se sufre, se funciona con catarsis puntuales, con situaciones llevadas tan al límite y tan poco reales, que evidentemente no describen nuestras relaciones, porque de una manera u otra allí siempre se gana, mientras que aquí, entre personas, amar es ya asumir la terrible pérdida de ti mismo. 


Todos hemos reído con el presidente de Love Actualy y su secretaría de los barrios bajos, sabiendo que terminaría entre sus brazos salvando sus distancias.¿Y quién no ha soñado con recibir un e-mail de un desconocido tan guapo,alto y atrevido como Tom Hanks o de una mujer tan cándida, boba, sencilla y perfecta como Meg Ryan ?Lo que importa es la trama, el desarrollo hasta el fin de un simple beso, o quizá algo más caliente, no por esperado menos fuerte o emocional. 

Hay que reconocer las lágrimas que dejamos atrás, después de aquella decepción o aquella sospecha, aún más dolorosa por incierta, da igual que sean de alegría, porque el protagonista se ha dado cuenta de que su mejor amiga lo ama desde hace 15 años, o de tristeza , porque se adivinan los labios sin saliva de la amiga gordita y simpática.La infidelidad es recibida como un elemento que aumenta la tensión, que pone picante para la venganza graciosa ,que termina en brazos equivocados, para rebotar como una pelota de goma hacia el arrepentido pero ávido infiel. 

La verdad es que no me suena a algo que pase en la vida real, ¿ dónde están los bichos que te corroen las entrañas cuando lo imaginas besando a otro? ¿dónde las noches insomnes de angustia por saber ? ¿ por saber cómo terminar con ello ?En cualquier caso, me gustan las comedias románticas, me río y lloro con ellas y en mi fuero interno, puede que sueñe con algún actorzuelo depravado, pero guapo e intenso ,que tras intentar alejarse de mí, volviera en una limusina , aunque yo fuera prostituta, a jurarme su amor eterno. Ni siquiera me importaría que no se llamara Richard Gere.

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