Las mujeres y los zapatos, los hombres y los motores, los adolecentes
y la tecnología... ¿ Qué relación hay entre ellos? Y ¿De dónde viene
esa obsesión por los objetos? La respuesta, creo, radica en los
tiempos en que vivimos.
Con el transito de una época a otra cambian y se modifican nuestras
vidas, valores y necesidades. Cuanto más avanzamos e inventamos cosas
nuevas, estamos más pendientes de ellos. Siempre, al descubrir algo,
el siguente paso es su transformación en un elemento de belleza y
estatus.
Si, hubo un tiempo cuando no teníamos ni idea sobre los calzados, y
cuando los inventamos y fabricamos para nuestra comodidad. Hubo un
tiempo cuando las piernas no eran objeto de admiración, por eso, los
zapatos no tenían mucha importancia y no eran una parte imprescindible
del vestuario, se daba más relevancia a otros detalles: vestidos,
gorros, sombreros, etc.. Y solo en el siglo pasado, cuando la
revolución de la minifalda irrumpió el mundo de la moda, los zapatos
empiezaron a tomar fuerza y formar una parte imprescindible del cuerpo
de la mujer.
Podemos hacernos un millón de preguntas sobre nuestras necesidades y
obsesiones, y la respuesta será siempre la misma. El papel más
importante de nuestras obsesiónes lo crean los diseñadores. Cuantos
más modelos inventan de diferentes colores y formas, más interés y más
ganas tenemos de adquirirlos. La belleza siempre ocupará el primer
lugar en nuestras vidas.
Tatiana Kalandarova
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