A medida que me voy haciendo más viejo cada día, a veces me asaltan recuerdos del pasado, casi siempre gratos o muy gratos. Entre ellos en septiembre me vino a la cabeza el primer viaje que hice a los Pirineos desde Madrid en el año 1976, es decir, con dieciocho añitos de nada (qué lejos lo veo todo).
Subimos desde Madrid viendo monumentos, iglesias y todo cuanto olía a arte, porque uno de los acompañantes era licenciado en Arte y su esposa también, así que aprovechando que subíamos, pues se decidió por unanimidad (aunque yo voté en contra) que veríamos todo cuanto hubiera que ver, aunque fuera una sola piedra. Para mayor disfrute, las dos mujeres que nos acompañaban iban con sus nuevos bebés en los capazos. Total que más que una excursión a las maravillas de los Pirineos, aquello parecía la familia Trapp huyendo de la guerra en tiendas de campaña.
Así que cuando llegamos finalmente a Hecho, con nuestro destino final a pocos kilómetros de allí, en el camping de Selva de Oza, me vi casi liberado de tanta “visión” y de tanto “arte”. Pero la vida es lo que es y me sorprende cada día estimulando esta neurona cojiciega que me habita. Y me hace gracia que aquello que fue como “la huida a Egipto” haya pasado en mi memoria a ser uno de los buenos momentos de mi vida, digno de ser recordado, y que además me suscita sentimientos de cariño profundos y me hace mirar hacia el fondo de los montes y de los cielos con una cierta ensoñación, de la que carezco últimamente por tanto exceso escolar y social.
En fin, pues eso, que volvimos al escenario del 76 y me encontré con que todo estaba cambiado, pero no demasiado. Pude reconocer todos y cada uno de los hitos del camino, aunque las casas no sean las mismas, ni los monumentos, ni las barracas de Selva de Oza. Pero, mientras comíamos de vuelta a Hecho en Casa Blasquico, me sentí muy satisfecho de mi retorno. Lo dicho, me estoy haciendo viejo.
Esta primera foto es del viaje de 1976. Por si os quedaba alguna duda. (¡Ah, el que está de pie a la izquierda era yo).
¡Olé tu gracia, An Arco!
ResponderEliminarEn esa primera foto, además de una vista extraordinaria, veo a un joven de gran empaque, ese empaque y esa presencia que te siguen caracterizando ahora, aunque en la imagen te veo también un toque de componente de grupo musical de los 70 ¿No nos estarás ocultando alguna otra artística faceta de tu vida?
El resto de las tomas fotográficas son buena muestra de las bellezas de esos hermosos rincones pirenaicos que, desde aquí, animo a conocer y disfrutar a todos aquellos que todavía no los hayan visitado.
¡Muchas gracias, Gelovira!
ResponderEliminarMe suena a chanza lo del empaque, especialmente porque ahora solo se me ve la barriga y ya no peino esos pelos ni esas patillas (que por cierto me recuerdan alguna foto de tu amado por esos años).
En aquella época no tocaba en ningún grupo: me bastaba con sobrevivir a mi larga adolescencia.
Por lo que respecta a los paisajes, puedo decirte que si no siguen igual igual, la diferencia es tan pequeña que me teletransporto a todos esos años atrás y a las sensaciones que me provocaba estar en aquellas alturas y viendo lo que veía. Como en todo, solo se necesitan unas buenas piernas, juventud y ganas.
Abrazos