jueves, 29 de septiembre de 2011

Racismos estúpidos

El otro día leí en la prensa la noticia de unos colegiales, creo que en algún lugar de Thailandia, que habían celebrado unos juegos deportivos y festivos rodeados de símbolos y retratos nazis y ataviados de esa guisa. Tras convertirse en noticia, los responsables quitaron importancia al suceso diciendo que era simplemente una broma para divertir a los chavales.

No sé que les parecerá a Uds. pero esto junto con aquella otra fotografía de un miembro de la familia real inglesa, creo que Harry, vestido también con uniforme y símbolos nazis en una fiesta, me hace pensar que el mundo está loco, pero que la peor locura es la del olvido fácil y desmemoriado, interesado e iconoclasta.

Creo que la historia del nazismo es lo suficientemente oscura y truculenta como para no burlarse de ella ni con ella, pues aprovechó todos los resortes democráticos de la época para ascender al poder y desde allí hacerse con el control tiránico e inhumano del gobierno. No seré yo quien juzgue la participación interesada o no del pueblo alemán, pero sigo diciendo que no es motivo de broma.

Actos así lo que favorecen es el pensamiento de que aquello fue una broma y de que tipos como Le Penn o el alcalde de Badalona o tantos otros personajes nefastos que pueblan nuestras cercanías no son más que bromas de la vida o de esta sociedad que gasta su tiempo mirándose el ombligo y parapetado cada día más tras la puerta de su casa.

De verdad que esto de broma no tiene nada y que tipos como estos merecerían, simplemente por enunciar su peculiar ideología, sufrir el peso de ley. Sin embargo, la sociedad e incluso nosotros mismos nos reímos con las habilidades de tales personajes para sortear las leyes y las responsabilidades. Apelan a la cantidad de votos que los llevó al poder o a sus aledaños.

Son esos mismos los que apelan a diferencias de razas, de colores, de lugares (mi pueblo y tu pueblo), de regiones (el RH vasco, la barretina o el pulpo a la gallega de ancestros celtas), de religiones, de formas de mirar y de culturas. Son esos mismos, digo, los que apelan a esta suerte de tonterías para organizar diferencias insalvables, establecer distancias inexistentes, marcar clases y avivar fuegos que no son de hogar.

Cualquier clase de racismo es estúpido y lo único que demuestra es nuestro pasado reptil y prehistórico. Cualquier racismo nos hunde en la ignorancia y en el blanco y negro de la existencia. Cualquier racismo nos inunda de odio y resabio el corazón.

No he oído a ninguno del movimiento 15M hablar de esto y, aunque les supongo una cierta humanidad y apertura de criterio, no estaría de más que también añadieran esto a sus pancartas. Porque no solo el trabajo, la economía, la hipoteca, la comodidad y el futuro son términos a defender y por los que luchar.

No he oído a ningún político actuar en consecuencia y defender lo que debe ser defendido. Y esto tiene aún más delito.

El racismo es estúpido. Los racistas son estúpidos. Y si todavía necesitan más pruebas, que vengan a nuestras clases y verán quién se avergüenza de quien. Están invitados desde ya. Pero no esperen que les sonría.

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