Zapatos, pelos, complementos…. La verdad es que todo lo relacionado con la obsesión por estar a la moda, me aborrece.
Por un lado es justo reconocer el talento de esos creadores de íconos de moda, bien como su capacidad para intuir los valores y tendencias de cada época, materializando los en sus creaciones. No obstante, también es cierto que influencian y condicionan un estilo de vida que es, francamente, fútil y frívolo porque representan o crean un estereotipo de mujer totalmente desplazado de la realidad.
Yo pienso que un de las cosas que más une a las mujeres es la complicidad, o sea, el compartir una historia, en el contexto social de una determinada época – con todos sus dramas, sueños, luchas y esperanzas.
Creo, además, que esta historia – personal y colectiva – se ve reflejada en la mirada, en las lágrimas, las sonrisas, las arrugas, la expresión, en fin en el cuerpo, a través de las marcas y cicatrices que la vida nos imprime.
En un universo plasmado de emoción, sentimientos, realidad, vida y personas comunes, cotidianas, reales e imperfectas, ¿cuál es la real importancia del pelo? O ¿quién osaría llamar “libertador” al hombre que nos lava y peina?
Es que la psique, el universo femenino es muchísimo más amplio, complejo y fascinante de lo que pretenden los estilistas, y hace falta mucho más que unas tijeras, unos tintes y un peinado para “conquistarlo” o “liberarlo”.
Vera Ferreira.
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