lunes, 19 de noviembre de 2012

Vera F.

Inicialmente creo que algunas sociedades, especialmente las de carácter dominador, intenten definir y a la vez exportar un patrón de belleza, normalmente afines con su propio estereotipo humano. No es casualidad que las mujeres consideradas más bellas son representantes de países más desarrollado, con mejores condiciones socio económicas y nivel educacional y cultural superior. 

No obstante, yo creo que la belleza es un concepto relativo y abstracto, profundamente relacionado con los ojos de quien la ve; En ese sentido podemos, por ejemplo, considerar el saludo hindú “Namastê”, que significa “El Dios que está en mí, saluda al Dios que está en ti”; Dios aquí como sinónimo de todo lo que es bueno y bello; O aún el saludo de una tribu africana dónde uno dice “sawu bona”, o sea “ yo te veo, veo tu belleza” y el otro contesta “sikhona”, o “ e yo estoy aquí, por eso existo”. En esas dos situaciones existe un reconocimiento de que cada persona es única, diferente, y es justamente esa singularidad que la identifica como persona lo que la hace bonita; Por otro lado esa existencia como ser único sólo es posible a partir de un contexto de relación y intercambio con los demás. 

Así sendo, si por un lado podemos considerar que muchos de esos indianos o africanos no serían considerados bonitos, de acuerdo con los patrones de belleza que imperan, por otro también deberíamos admitir que la belleza es tan relativa cuanto la diversidad de las razas, las claves culturales y el medio social que los define. 

Además, la belleza es un todo harmonioso, no se restringe, en mi opinión, a un modelo estético, sino también ético. 

Por fin, creo que definir lo que es belleza conlleva, como casi todo en la vida, a una responsabilidad. Me recuerdo que una vez leí la declaración de uno de mis poetas preferidos - “las feas que me perdonen, pero belleza es imprescindible”. A partir de este día dejé de creerlo, o leerlo porque pasé a verlo como una persona terriblemente irresponsable, insensible y frívola, en dos palabras, un anti poesía.

Vera Ferreira

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