lunes, 25 de marzo de 2013

Vera F.

 
¿El estrés acorta la vida? Yo estoy segura de que sí y aunque no sepa  explicarlo en términos científicos - desde el punto de vista de la endocrinología, la fisiología o la nutrición - lo sé por experiencia propia.
No estoy segura si nos resta anos, pero si nos quita la magia de vivir, el encantamiento, la esperanza, la confianza, los sueños y  las ilusiones. Nos quita lo mejor y rellena todos esos agujeros con sentimientos de culpa, ansiedad, preocupaciones, irritabilidad, cefaleas, fadigas, tristeza y llanto.
Creo que es terrible admitirlo, pero cuando uno realmente vive una crisis de stress profunda, continua y vital, se siente como se estuviera cruzando un desierto vacío, desolador, sufocante y, lo peor, interminable.
Pienso además que cuando uno se siente así, en medio del desierto, la única reacción posible es a de “hacerse cactus”, rodearse de espinas para protegerse,  guardar en el más profundo de si mismo una gota de agua, como quien conserva así la esperanza de mantenerse agarrado a la vida.
Sin embargo, el grande problema relacionado con situaciones así es que a uno que se comporta como “cactus”, a nadie se le ocurre darle un abrazo.
Es que es muy fácil coger a una bonita flor, pero el difícil es cogerla a pesar de sus espinas, a pesar de que esté marchita, sin vitalidad, sin color. Del mismo modo, son pocos los que son capaces de querer, cuando el otro está verdaderamente estresado;  Es más, son muy poco los que son capaces de ofrecer - además de las vitaminas y de los suplementos que también son importantes – consuelo, apoyo, esperanza, comprensión, complicidad, amor, cariño, besos y abrazos porque eso no sólo es importante, es imprescindible y, infelizmente, no está a la venta en las farmacias.
Lo que más me sorprende, en realidad, es que posamos llegar a sufrir por carencia de abrazos. Me gustaría saber en que momento hemos convertido el abrazo en una forma de saludo sólo permitido entre personas íntimas, cuando el abrazo siempre ha sido una forma de reverenciar aquello que nos da un sentido de humanidad; el abrazo es el símbolo del arte del encuentro -  genuino, abierto, vital, espontáneo, cómplice…- por eso nos cura.

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