La generalización de la moda sea todo perfecto, precioso, delicioso, seguro, correcto y etc. hace que se produzca el efecto contrario, es decir, hace un balance. Sin contraste y competición imposible distinguir y valorar las cosas.
Cuando estas harto de comer tanto dulce, te apetece cambiar el menú y añadir algo picante o amargo... Lo mismo ocurre con la moda. Cuando todo era estilo clásico, apareció el estilo rebelde, abstracto, minimalista. Si antes era imprescindible estar bien arreglado, ahora es normal vestirse con pantalones estropeados, camisas arrugadas, combinar los colores incompatibles, hacer peinados muy llamativos, dando rienda suelta a tu imaginación, teñirte el pelo de todos colores, pintarte las uñas de azules y negros, agujerear y adornar todo el cuerpo con piercings y cubrirse desde la cabeza hasta los pies con tatuajes y pensar que así serás el más guapo del mundo.
En cada época tenemos diferentes estilos, normas y gustos por la belleza, los que hacemos y adoptamos nosotros mismos y al saciarnos y aburrirnos de ellos, empezamos a buscar algo diferente que nos deje salir de lo similar, de lo ordinario y de la rutina. Y de ese modo, inspiramos otra moda distinta que se convierta en el tópico siguiente.
Tatiana Kalandarova
Me ha alegrado mucho leer este texto tuyo en el blog, porque veo que lo sigues y participas en él con tu colaboración.
ResponderEliminarYo opino también que la vida es cambio, movimiento, diversidad. El que no cambia y no se mueve, no saborea la vida en su plenitud.
En tu texto tú aplicas este pensamiento a la moda, pero se puede extrapolar a cualquier faceta de la vida. Huyamos de la rutina, experimentemos, conozcamos ideas, personas, países, vivencias nuevas. Sintamos el latido de la vida, sintámonos vivir.