La primera vez que viajé a Pau (Francia) fue hace ya la friolera de 25 años y el motivo fue una reunión de profesores de español franceses, a la cual nos invitaron como colegas y como supuestos conocedores del tema. Además nos acompañaron otros profesores de francés de instituto, cuyo mayor interés –además de ver a sus compañeros- era mantener los intercambios de alumnos entre Pau y Aragón, con el fin de mejorar el nivel de los alumnos aragoneses y abrirles una puerta al mundo.
Recuerdo Pau como un lugar tranquilo, recoleto, atractivo pero sobre todo, tranquilo. Esa primera vez viajé acompañado de Gelovira. Su amado pasó a recogernos el domingo y nos llevó de vuelta a Zaragoza en aquel Renault Nevada blanco que corría que se las pelaba por el Portalet abajo.
A partir de ahí fuimos otras veces: unas solos y otras acompañados de Melmoth y su amada.
Y siempre lo pasamos bien. Siempre nos sentimos acogidos y reconfortados por el viaje, que sin ser extremadamente largo, sin embargo era lento debido a los puertos y las curvas. Sin embargo, las vistas valían la pena para los ojos y para el alma.
Pues bien, como peregrinos que rehacen el camino miles de años después, decidimos escaparnos a visitar Pau una vez mas este septiembre y debo decir que la sensación siguió siendo la misma, solo que la crisis también ha llegado a nuestro vecino del norte. Lo comprobé en Toulouse y lo he comprobado en Pau. Sin embargo, ellos parece que lo llevan con más ánimo que nosotros.
Resumiendo, un bello lugar donde ir y donde pasar unos días.
Esta vez no había rascacielos desde el que sacar fotos de los tejados, pero aún así, me esforcé por sacar al menos algunos.
(Esta que sigue es un a foto de un ejemplar de la Firminia Platanifolia, cuyo mayor interés era que Chuang Tzu se pasaba las horas muertas bajo su sombra, disfrutando de sus viajes “cabalgando en las nubes”. )
Pau...ciudad hermanada con Zaragoza, aunque muchos zaragozanos no sepan que tenemos esa suerte. Como bien dice An Arco, es una ciudad muy bella, acogedora y amable. Por sus calles se respira armonía, elegancia y tranquilidad. Siempre he pensado que no me importaría vivir allí, a un paso de los Pirineos y entre tanto verdor.
ResponderEliminarY sí, recuerdo aquel viaje de trabajo, pero también de descubrimiento y de placer. Fue una experiencia interesante y aún conservo el artículo periodístico que nos dedicó el periódico local, con foto incluida.
Querida Gelovira:
ResponderEliminarTus palabras concuerdan con las mías: fue un placer y un descubrimiento y a mí tampoco me importaría irme a vivir a Pau (a pesar de mi problema con la lengua gala). Incluso, si me lo ofrecieran ahora mismo, no me lo pensaría mucho.
Y cuando encuentres lo del periódico, pásamelo y lo publicamos. Yo ya ni me acuerdo de ello.
Abrazos
AA