jueves, 6 de mayo de 2021

CARMEN AMAYA


De familia gitana, nace hacia 1912, aunque esto no puede precisarse. Se cría en una barraca en la playa del Somorrostro de Barcelona. 

Su madre era cantaora y su padre guitarrista. Ella aprende por instinto a bailar y a los seis años actúa con su padre. 

 Partiendo de la pobreza y unos duros inicios, va adquiriendo prestigio. Su talento natural junto a su personalidad y energía la convierten en una de las mayores estrellas del flamenco.

En 1929 llega a Carmen la primera ocasión de actuar fuera de España. La contratan en París y por un año se prorrogan sus contratos.  La exigencia de empresarios y público son motivo de sus primeras crisis de agotamiento. La fama iba pareja al rigor de los contratos.  

Su estilismo al bailar con pantalón y chaquetilla torera sorprende en la época.

En los años treinta interviene en algunas películas, y a partir de 1936, a raíz de la guerra civil, recorre con su baile países diversos. 

El guitarrista Sabicas la acompaño muchos años. 

Adquiere celebridad en Estados Unidos, donde la contrata el Carnegie Hall. En el Radio City Music Hall daba hasta nueve representaciones diarias; también deja huella en Hollywood: actúa en cuatro películas.

En 1947 vuelve a España con el espectáculo Embrujo español, con prestigio renovado. En 1952 se casa con el payo Juan Antonio Agüero, guitarrista en su compañía.

Enferma de insuficiencia renal, participa en la película Los Tarantos, que dirige Rovira Beleta. Muere ese mismo año. No llega a ver la película montada.

Su baile raramente se ajustaba a la ortodoxia flamenca, lo que desconcertaba a los entendidos. Se aceptaba su excepcionalidad, como caso aparte al que no se podía considerar bajo los parámetros usuales. 

Su nervio, su ímpetu salvaje, su baile no académico la hacían extraordinaria.


 

 

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