Hace ya veintiún años que no fumo. Mientras alguno de mis amados compañeros se inyecta el humo en vena, durante los intermedios entre clase y clase, los cafés, las cervezas o lo que sea; los otros, los que no fumamos, nos dedicamos a otras actividades que no podríamos calificar tampoco de útiles.
Todo esto viene al caso, porque el otro día leí en el país que los ingleses habían creado una nueva palabra –¡estos ingleses siempre se nos adelantan en todo!- para la nueva situación creada por las últimas leyes contrarias al dulce placer inútil de fumar. SMIRTING es la palabra. A mí, solo ya de pronunciarla, se me llena el pecho de humo y se me hace la boca agua pensando en el pitillito humeante.
Smirting es una mezcla, como los cocktails o los combinados, de la palabra SMOKE (fumar) y la palabra FLIRT (ligar). Y hace referencia a que con las distintas leyes antitabaco, se obliga al personal fumeta a salir de los bares para –embestidos por el cierzo y los demás elementos- encender el cigarrito y para no actuar ilegalmente.
Cierto es que desde la promulgación de estas leyes, el número de catarrosos, bronquíticos, con neumonía, o griposos ha aumentado de forma exponencial y ya va llenando paso a paso los consultorios médicos del Salud. Pero no todo iba a ser malo. Es cierto que, entre esputo y esputo, tos y tos, estornudo y estornudo, el mundo de las relaciones personales ha encontrado un nuevo entorno, mucho más fiel y ataviado con un cierto toque de “antisistema”.
Bueno, pues el caso es que parece que antes los mejores métodos para encontrar compañía o hacer nuevas amistades eran el llevar al niño al colegio, el sacar el perro a hacer sus necesidades o, incluso, el pararse junto a la zanja recién abierta para charlar con el jubilado de turno, experto en este arte de contemplar como se resquebraja la ciudad bajo sus pies. Ciertamente, salvo quizás el de los perros que ha dado muy buenas obras literarias y cinematográficas, no son los niños ni los abuelos el mejor modo de ligar pero, oye, hay que aprovechar lo que nos viene, por si acaso. ¿Quien ha dicho que los ancianos armados de viagra a tutiplén no pueden cumplir como el que más y dejar bien clavada la pica en Flandes? ¿Quien ha dicho que los padres que tienen hijos están ya fuera del mercado del amor? Es lo que hay y lo tomas o lo dejas.
Pero esto del SMIRTING ha sido la salvación para muchos, porque ahora el juego está en adivinar si el posible parteneire fuma negro o rubio, con filtro o sin filtro, mentolado o “adobado”. En adivinar si está solo o acompañado, si busca o rechaza, si se recuperará del trancazo o pasará a ser un recuerdo de lo que pudo haber sido y que las corrientes se llevaron.
En fin, no quiero alargarme más. Hace veintiún años que no fumo, pero desde que los ingleses han bautizado estas acciones con la palabra SMIRTING, es como que me está apeteciendo más, vamos, como que voy a salirme yo también con el cigarrito ese de plástico mentolado o con varios parches de nicotina en distintas zonas de mi erógeno cuerpo, a ver si tengo suerte y me reincorporo a este mercado tan cambiante del amor callejero.
¿Te apetece un pitillito?
¿Humo y amor? ¡Ah!, ¿pero no era lo mismo?
ResponderEliminar¡En absoluto!
ResponderEliminarEl humo ciega tus ojos y no te deja ver que amor es una palabra con cuatro letras.
Vamos, como de música de película.
¿Y "humo" cuántas tiene? ¿Qué me vas a decir? ¿Que la hache de humo no cuenta o que amor se escribe sin hache?
ResponderEliminarJo, tío, desde que has leído la nueva ortografía de la academia no hay quien te tosa.
ResponderEliminarCuidadin con confundir amor y humo, no se te vayan a quemar las partes blandas, con hache o sin hache.
¿Y qué me decís de aquel cuplé que cantaba la ínclita Sara Montiel y que decía: "Dame el humo de tu boca, mira que mi pasión es loca" ( o algo así)?
ResponderEliminar¡Era amor con humo y combinaban muy bien!
¡Lo que yo te diga, Gelo!
ResponderEliminarCof, cof, cof... (toses).
Gelovira, aquí tienes la letra del cuplé de amor ahumado o del humo amoroso:
ResponderEliminarFumar es un placer
genial, sensual.
Fumando espero
al hombre a quien yo quiero,
tras los cristales
de alegres ventanales.
Y mientras fumo,
mi vida no consumo
porque flotando el humo
me suelo adormecer...
Tendida en la chaisse longue
fumar y amar...
Ver a mi amante
solícito y galante,
sentir sus labios
besar con besos sabios,
y el devaneo
sentir con más deseos
cuando sus ojos veo,
sedientos de pasión.
Por eso estando mi bien
es mi fumar un edén.
Dame el humo de tu boca.
Anda, que así me vuelvo loca.
Corre que quiero enloquecer
de placer,
sintiendo ese calor
del humo embriagador
que acaba por prender
la llama ardiente del amor.
Gracias, Hadah por la letra del cuplé. Ese fragmento lo escribí de memoria, una memoria que flaquea un tanto y más cuando hará como varias decenas de años que lo solía escuchar en casa, porque mi padre, aunque no lo quería reconocer, era un rendido admirador de la Montiel.
ResponderEliminar¿Qué tendrá el humo que ha producido tan encendidos y numerosos comentarios en este blog?
¡Qué va a ser! Donde hay humo hay fuego. Y ya que se le olvidó a An Arco, lo digo yo: "Fugar" es el nombre. La palabra es suya. 4 + 4 = 5 (letras).
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