Comer. Pero qué?
Para empezar, sin duda, los alimentos influyen en nuestro estado de ánimo, incluso en las decisiones que tomamos día tras día. Creo que la mayoría de las personas tiene conciencia de esto pero muchas de ellas no pueden permitirse el lujo de comprar productos ecológicos o en caso de que puedan, lo hacen excesivamente, provocar efectos contrarios.
Pienso que si una persona se siente bien quiere decir que está siguiendo una dieta sana pero sin pasar hambre. Es mejor comer lo que te apetezca a uno que estar constantemente preocupado por lo que come o lo que no come.
Hoy en día se ha puesto muy de moda seguir un régimen para adelgazar: la gente mira las calorías antes de comer, si es que comen algo... Algunas terminan por padecer malnutrición, otras se agotan haciendo ejercicios. Ellos, muchas veces acaban teniendo depresión y produciendose apatia.
Yo nunca me he visto obligada a seguir un régimen, además me siento más a gusto y feliz cuando puedo alimentarme con lo que quiera. Si por alguna ocasión no me ha dado tiempo a comer cuando tenía hambre, estaba nerviosa e incluso estresada. En este caso mejor no acercarse a mí porque soy inconstante.
Pero también es cierto que ahora me intriga más el origen de un producto y los alimentos que me tomo. Ya casi nunca compro productos semiacabados e intento comer mucha fruta y verdura. Lo que no puedo ( y tampoco me apetece) es privarme de azúcar y de chocolate. Soy muy golosa y me encanta sentir como se funda el chocolate en mi boca y después de haberlo saboreado bien, como se conecte con el cerebro para estimular las hormonas de la felicidad.
En total, comparto las ideas de una vida sana, equilibrada pero no me llevo bien con los régimenes ni con la comida estricta. Me gusta comer bien y todo, aunque muchas veces como más lo que debería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario