(Enlace al artículo de El País)
Somos nuestra infancia. La infancia es muy importante para nosotros, los seres humanos. Esto se desprende del artículo y además estoy de acuerdo. Por una razón u otra, parece que nuestra infancia tiene mucha influencia en nuestra memoria. Las memorias de la infancia son las primeras, las que nos impactan, las que forman nuestra primera idea de existencia de ser parte de una familia, de un grupo de amigos y de las relaciones entre nosotros. También los eventos que sucedieron que para nosotros fueron un cambio, por ejemplo cuando los padres se separan, una mudanza, un cambio a otro colegio, el nacimiento de un hermano o una hermana, así como un sentimiento diferente de lo normal, como intimidación, tristeza, enfado, alegría o euforia. Lo que pasa cuando nos hacemos mayores es que volvemos a recordar las memorias de nuestra infancia y parece que podamos recordarlas mejor que las memorias de los últimos veinte años. Hasta que casi podemos visualizar la situación especifica o el lugar especifico de ese momento. Una explicación podría ser que los sentimientos o eventos nos recuerdan como nos sentíamos cuando éramos pequeños y la primera relación o conexión que podemos hacer es de las memorias de infancia. Es muy interesante cómo la memoria de nuestra infancia nos puede influir en el resto de nuestra vida y quizás sea la última memoria que recordemos. Para mí, no sería un problema, porque la memoria que tengo de mi infancia es casi solo positiva. Tal vez la hemos reconstruido, ¿positivamente?, durante la vida, pero podría disfrutar de esas memorias.
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