jueves, 2 de mayo de 2013

Olesya K.

(Enlace al blog de Mónica Cruz)
Ancianos.
En la tradición rusa jugó un papel muy importante la continuidad- la acumulación de experiencias y la transferencia a la siguiente generación. El campesino ruso tradicionalmente se remitió a la experiencia de sus abuelos y bisabuelos en la sustanciación de sus recursos y derechos. Los ancianos fuero las principales autoridades en mantener las tradiciones morales y estéticos, expertos en folclore y los poseedores del conocimiento histórico, por eso la norma ética del campesino ruso era el respeto por el anciano, el deseo de honrar a su edad y experiencia.
La gente de todo el mundo por una unanimidad demanda respeto a los mayores y cada nación tiene refranes sobre sabiduría y respeto a los ancianos: “Respeto a los ancianos, jóvenes educados”, “Escucha lo que dicen los viejos”, “Del consejo de los ancianos no hay dolor de cabeza”.
En nuestros tiempos también hay un cierto nivel de respeto a los mayores. Debemos estar agradecidos y agradecidos por todo lo que ha sido creado por la generación más vieja, por todo lo que tenemos los jóvenes de hoy. Los mejores años de las personas mayores están detrás y hay que recordar que la época más joven y hermosa de sus vidas la dedicaron para que los jóvenes vivan mejor.
Sabemos que la vejez de nuestros familiares nos trae a un lugar especial, el respeto a los mayores. Tenemos que entender que la soledad, compañero inevitable de la vejez, es muy difícil de aceptar por nuestros abuelos. Sí, mientras somos jóvenes, tenemos muy poca idea de cómo ser hombre viejo y solitario. Muy a menudo nos molesta la lentitud de los ancianos e incluso su atención y cuidados nos parece intrusivo. Probablemente cada uno de nosotros podría decir que ama a sus abuelos, sí, amamos, pero no siempre sabemos cómo mostrarles el amor que las personas mayores necesita. Sus servicios los damos por sentado, pero sus errores no intencionados no los olvidamos.
Tenemos que prestar más atención y amor a los ancianos, a los que viven con nosotros, y a aquellos con los que encontramos por casualidad en la calle. Tenemos que recordar la forma en que tratamos a nuestros abuelos, padres. Y nosotros, a su debido tiempo, a tratar a nuestros hijos y nietos.





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