lunes, 9 de mayo de 2022

ALTAMIRA


Un descubrimiento primordial para el arte fue el hallazgo de la cueva de Altamira.
Las pinturas rupestres de su interior suponen una de las más tempranas manifestaciones de creación artística de la especie humana.
Se cuentan más de 260 pinturas y grabados dentro de la cueva, que tiene una longitud de unos 270 m. con obras de arte en todo su recorrido.
El conjunto más importante se encuentra en la llamada Sala de los polícromos, en cuya bóveda se ven figuras de bisontes, caballos, jabalíes y ciervos.


Las representaciones son naturalistas, pintadas en rojo y negro, y se adaptan a las protuberancias de la roca, con lo que aportan sensación de relieve.
Al principio, los expertos sospecharon de su autenticidad por lo sorprendente de su carácter naturalista en unas obras que se atribuían al periodo paleolítico.
La cueva se encuentra en la provincia de Santander, cerca del municipio de Santillana del Mar. El descubrimiento tuvo lugar en 1879: Marcelino Sanz de Sautuola, un naturalista santanderino, supo de la existencia de la cueva y en una ocasión en que exploraba en su interior acompañado de su hija, ella se percató de la existencia de pinturas en el techo.

Marcelino Sanz de Sautuola

Sanz de Sautuola, interesado por la arqueología, impulsó el estudio y la divulgación de los hallazgos. Comenzó a excavar y determinó que lo que encontró en la cueva se adscribía al periodo Paleolítico.
Al hacer público el resultado de sus investigaciones y estudios, los arqueólogos especialistas en el tema rechazaron sus conclusiones e incluso se llegó a considerar que las pinturas eran un montaje.
Posteriormente se hicieron descubrimientos análogos en otros lugares de Europa, especialmente en Francia. Esto hizo que progresivamente los expertos fueran admitiendo la autenticidad y la magnitud de las pinturas de la cueva de Altamira.

Entrada de la cueva

La cueva fue habitada desde hace unos 22.000  años y quedó cerrada por un derrumbe hace unos 13.000 años. La mayor parte de las pinturas son del Paleolítico, de los periodos magdaleniense y solutrense.
Los pobladores prehistóricos de la zona de Altamira eran cazadores-recolectores. Con el perfeccionamiento de la talla del sílex para crear herramientas, incorporaron a su dieta los peces de río y los moluscos.
En el área cantábrica se fueron descubriendo otras cuevas con arte parietal, aunque no de la relevancia del arte de Altamira.


Entre los animales representados se hallan ciervos, caballos, rebecos, corzos, jabalíes, bisontes, renos; también animales ya desaparecidos como el mamut y el uro.
Se ha considerado que las representaciones podrían tener carácter religioso, corresponder a ritos de fertilidad o tener un sentido propiciatorio para la caza.


Con el tiempo, el turismo se generalizó en España y el interés que despertaba la cueva hizo que hubiera una afluencia de visitantes en aumento, especialmente a partir de los años 50.
En 1977 se acordó un primer cierre para preservar las pinturas.
La cueva ha permanecido cerrada durante años para valorar su estado y mantener el arte parietal en las mejores condiciones, aunque en algunos periodos se ha abierto de forma restringida.


Ante el interés por visitar la cueva y la dificultad de acoger visitantes se decidió construir una réplica: la llamada neocueva. Las pinturas son una reproducción fiel de las originales y se realizaron con las mismas técnicas que emplearon los autores del Paleolítico.
 
Interior de la neocueva








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